Subasta 1082, Lote # 122 VIRGEN DE GUADALUPE MÉXICO, SIGLO XVIII Óleo sobre tela Detalles de conservación. Grietas y desprendimientos de capa pictórica 72 x 53 cm El ocho de Guadalupe. Desde la década de 1680, los copistas de la imagen de la Virgen de Guadalupe solían emplear un calco en papel aceitado, tomado directamente del Sagrado Original, para transcribir en sus facsímiles "el diseño". De esta suerte, otorgaban los mismos contornos, trazos, medidas, rayos, estrellas, plecas y demás atributos que hacían que estos "verdaderos retratos" fueran sumamente apreciados de este y del otro lado del Atlántico. Apegados a su estatuto de icono revelado, estos traslados transmitían las mismas propiedades de inmanencia, empatía y presencia que las sagradas imágenes guardaban, por un principio de similitud, las mismas propiedades honoríficas respecto a su original y así quedaban mejor vinculadas a su prototipo celestial. Estos venerables retratos, pues, procuraban ser lo más fielmente posibles a la tilma de Juan Diego. Es sabido que el pintor Miguel Cabrera fue uno de los pintores que tuvo acceso total a la imagen de la Virgen de Guadalupe, pues en repetidas ocasiones tuvo la posibilidad de aproximarse y hacer operaciones técnicas para igualar al modelo. Cabrera pudo confirmar medidas, realizar templas sobre los colores y hacer un minucioso estudio de la técnica y sus materiales, acompañado por seis colegas durante la jornada del 30 de abril de 1751. Esto lo escribiría Cabrera en su estudio titulado Maravilla americana o conjunto de raras maravillas, observadas con la dirección de las reglas del arte de la pintura en la prodigiosa imagen de Nuestra Señora de Guadalupe de México, justo en el parágrafo o subcapítulo dedicado a examinar el diseño de la imagen de Guadalupe, es decir, las virtudes del trazo, la proporción y la composición […]. Su dictamen, llevado a Roma y publicado cinco años después, resultó toda una novedad y causa de innumerables asombros: "Sobre el pie derecho a poca distancia en el cañón principal, que descansa sobre él en una quiebra, que hace, tiene un número ocho índice a mi ver, con que nos acuerda, que su portentosa, y primera aparición fue dentro de la Octava de su Concepción Purísima, de cuyo Misterio es la más fiel, y ajustada copia: si no es que diga, que este número no quiere decir, que es la Octava Maravilla del Mundo". Como puede verse, el detalle del ocho, aparentemente nimio y que había pasado inadvertido a los autores y pintores de antaño, por su rareza en la propia técnica de la pintura, pienso, tuvo que justificarse con esa disquisición que satisfacía tanto a la curiosidad como a la perfección y así el ocho quedó incorporado al canon de reproductibilidad de las subsecuentes veras effigies. Sobre el pintor: Hacia la primera mitad del siglo XIX existieron en Puebla dos pintores con el apellido Padilla trabajando en aquella ciudad. Se trató de los hermanos Antonio y José Cayetano. De Antonio, se conocen pocas obras, dos ubicadas en el templo del convento de Santa Inés de Montepulciano, una de ellas firmada en 1848. José Cayetano, por su parte fue más prolífico, contándose dentro de su extensa obra numerosas copias de la virgen de Guadalupe, las cuales aún pueden apreciarse en los templos de los barrios de la Magdalena de Coapa y San Rafael Comac en Cholula, así como en otras regiones poblanas más remotas como es el caso de Cohetzala. Fuente: Cuadriello, Jaime. Cifra, signo y artilugio: el "ocho" de Guadalupe, Anales Del Instituto De Investigaciones Estéticas, Vol. XXIX, Núm. 110, 2017, pp. 155-204 Estimado $25,000-35,000
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