Descripción detallada Lote 45

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Subasta 916, Lote # 45

FRANCISCO CORZAS
(Ciudad de México, 1936 - Ciudad de México, 1983)

Trashumante tres
Firmado y fechado 1977
Óleo sobre tela
Con certificado de autenticidad de Bianca Corzas, viuda del artista, noviembre de 1987.
- Con documento del Conjunto Cultural "Ollin Yoliztli", solicitando el préstamo de la obra a la exposición "Francisco Corzas. El espejo del mito", septiembre de 1988.
- Con documento del Conjunto Cultural "Ollin Yoliztli", especificando la entrega de la obra por el préstamo a la exposición "Francisco Corzas. El espejo del mito", septiembre de 1988.
- Con copia del documento de la Dirección General de Acción Social, Cívica, Cultural y Turística del Departamento del Distrito Federal, agradeciendo el préstamo de la obra a la exposición "Francisco Corzas. El espejo del mito", noviembre de 1988.
Procedencia: adquirido directamente al artista en 1987.
Publicado en:
- ELIZONDO, Salvador. Francisco Corzas. El espejo del mito. México. SOCICULTUR, cátalogo de exposición, 1988, Portada del catálogo.
- TARACENA, Berta. Francisco Corzas. México. Secretaría de Educación Pública, 1973.
- CORONEL RIVERA, Juan et ál. Francisco Corzas. Italia. Bital, Grupo Financiero, 2001.
Exhibido en: "Francisco Corzas. El espejo del mito", muestra presentada en la Galería de la Ciudad de México, de octubre a noviembre de 1988.
Presenta ligeros detalles de conservación.
Incluye fotografías que retratan a Bianca Corzas con la obra
Melancolía… esta podría ser la palabra que definiría a Francisco Corzas, integrante de la Generación de la Ruptura, la marca colectiva de un camino distinto al de los muralistas mexicanos.
Recordado como un ser de cálida personalidad, un trabajador infatigable que no toleraba testigos presenciales en su estudio. Pintaba a grandes brochazos seres de rostros indefinidos, acompañado de música a pleno volumen (Vivaldi u ópera) y con un vaso de su vino italiano preferido siempre cerca. Una personalidad entrañable, tierna y violenta a la vez.
Él clasificaba su pintura como impresionista y reconocía como a sus artistas más admirados a Goya, Rembrandt, Velázquez y Caravaggio. Usaba una paleta de colores limitada y lograba con ello crear espacios envolventes y misteriosos en sus temas preferidos: los desnudos, los profetas, el pintor y su modelo y los trashumantes.
Quizá este último tema fue el más cercano a su corazón. Plasmó ahí recuerdos familiares que vivió en forma vicaria. Sus padres eran músicos: Enrique Corzas Tinoco tocaba la guitarra y Regina Chávez Herrera la mandolina. Las sequías periódicas sumían en la miseria a los habitantes del pueblo de Quecholac en el estado de Puebla. Decidieron entonces emigrar, caminando por la orilla de la carretera, con sus primeros cuatro hijos, hacia la capital.
Francisco fue el más pequeño de once hermanos. Su padre y hermanos mayores pintaban casas pero Pancho 'quería ser pintor de verdad'. El primogénito, veintiséis años mayor que Pancho, lo llevó a inscribir en La Esmeralda y le compró sus primeros óleos pequeñitos.
Las pláticas en la casa familiar versaban con frecuencia sobre la caminata, el frío en la noche estrellada, el cansancio. La aventura que Pancho no vivió se le volvió obsesión y se incorporó a sus lienzos en esos viajeros enigmáticos de un espacio imaginado que avanzan en soledad.
La comunicación que se establece con una pintura de Francisco Corzas es indescriptible. Algo de su espíritu, de su tristeza y de su canto quedó en el óleo. Al final de su corta vida, el médico advirtió a Pancho que su hígado estaba destrozado y una copa más podría matarlo.
Su esposa, entró una noche al estudio. La música estridente lo envolvía todo y Francisco bebía vino disimulado en una taza de café. Ella estalló en llanto, le reclamó su falta de consideración porque ese suicidio lento la conduciría a una soledad desprotegida y regresó a la casa.
El pintor acostumbraba no firmar sus cuadros hasta el momento de entregarlos a su siguiente poseedor, pero decidió entonces, firmar algunos que consideraba terminados y le explicó a Bianca que ellos le servirían como protección económica. Una de estas obras, fechada de memoria, fue Trashumante Tres, el cuadro amado por él que colgó por más de una década en su estudio. La fecha '77 es definitivamente incorrecta dado que el cuadro aparece ya en el libro de Berta Taracena publicado en 1973. Francisco murió pocos días después a los cuarenta y siete años de edad. Martha Zamora.

200 x 298 cm

USD $333,330-$444,440
Estimado $6,000,000-8,000,000

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