Subasta 787B, Lote # 6 FRANCISCO COLLANTES (MADRID, CA. 1599-1656) SAN PEDRO. Óleo sobre lienzo, 146 x 103 cm Procedencia Colección privada, España 1980. Colnaghi, Londres 2016. No hay un ápice de concesión en este San Pedro de Collantes ni un eco siquiera de manierismo. Sólo un volumen de un hombre abrumado por su responsabilidad y el reconocimiento de su limitación humana. Y el peso de la llave, que cuelga como un deber al que ya se ha rendido. Las líneas del entrecejo son casi heridas, la mano recia de pescador reposa en el regazo abierta y ya exhausta. La otra sostiene -trabajadora ya- la cabeza una cabeza cuyos ojos secos dicen "si". Las lágrimas -por haber negado tres veces- han sido el último gran río intimo cruzado antes de asumir la carga sobrehumana que ha caído sobre sus hombros. Sabe que no está sólo, sus pupilas están dilatadas, y su rostro y cuerpo muestra a la vez el peso del encargo y la solidez casi de bruto, de trabajador que caerá exhausto antes de dejar la labor. Es el padre en cuya casa esperan sus hijos el alimento imprescindible. La masa de músculo lista para trabajar. No hay un ápice de sofisticación en este hombre pegado a lo humano hasta el punto de que su humanidad, es absolutamente transparente. No hay retoque, sólo pincelada grande y rotunda. Más sobrio, más sobrio aún, que el propio José de Ribera. La realidad es que con Collantes, se nada exclusivamente en su obra; no hay referencia documental de su vida, sólo reconstrucciones biográficas escasas ya sean de Palomino o de Cea Bermúdez. Sí sabemos, sin embargo, que se trata de un artista singular por su consagración preferente al paisaje, lo que no era habitual en España como lo era en Italia o Flandes. Pero esta especialización, no pareció limitarle, para emprender obras de la envergadura de este San Pedro, o del "San Onofre" del Prado (Nº. Inv. P03027), una de las diez obras del autor presentes en la colección del Museo. Pintó para el palacio del Buen Retiro, donde en 1634 se tasaron un grupo de sus obras y debió de ser precisamente por aquellos años, en las décadas de 1630 y 1640, cuando Collantes gozó de mayor prestigio y más abundante fue su producción. Se ha señalado que Collantes debió de ser el "Cleantes" del que habla Roger de Piles, lo que le convertiría en uno de los pocos pintores españoles de su siglo conocidos contemporáneamente en Europa. Por lo menos se sabe que una de sus obras se encontraba en la colección de Luis XIV. Es clara la influencia de Ribera en su trabajo, pero Collantes, incide en la época en la que el maestro tras haber bebido la inevitable influencia de Caravaggio y haberla integrado, va evolucionando hacia la creación de un estilo propio más sobrio y directo. Caravaggio impacta por la luz que desvela los detalles que alumbran el conjunto de riquísimos matices, el Ribera más maduro, y en esta línea Collantes, como demuestra de forma casi "brutal" este San Pedro, es un todo primero, profundamente humano, en el que uno repara, a posteriori, en los detalles -escasos siempre- que subrayan la calidad de la obra: la forma austera de trabajar los fondos y las telas, bocas abiertas que son palabra, ojos, que son retrato. Forma y función. Paleta limitada y armónica de exquisito gusto. ¿Están las sombras verdecidas del blanco pelo y el sobrio hábito matices cromáticos del color de los ojos del Santo? En su sencillez, Collantes, consigue con este San Pedro algo altamente notable, hacer de él, un cuadro que cobija. 7 Francisco Herrera el Viejo (Sevilla, c.1590- Madrid, c.1656) Estimado US$ 120,000-150,000
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